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Performance de "guía gruñón" se vuelve un éxito en museo de arte alemán

4.07.2025, 13:15

Por Dorothea Hülsmeier (dpa)

"Mi nombre es Langelinck y no espero a nadie", afirma el guía de arte con barba de tres días y unos lentes demasiado grandes. Y advierte: "Si pesco a alguno agitando el móvil delante de mi cara... ¡aquí está la puerta!".

Sin volverse, Joseph Langelinck se aleja y luego se detiene ante un altar del siglo XVII. Un grupo de visitantes sigue al malhumorado guía por las salas del Kunstpalast de Düsseldorf, prefiriendo mantener la distancia. Porque cualquiera puede convertirse en blanco de sus burlas y ofensas durante la hora siguiente.

El "guía gruñón" Joseph Langelinck, cuyo verdadero nombre es Carl Brandi, es todo un éxito en el Museo Kunstpalast de Düsseldorf. Las visitas guiadas de este artista performático de 33 años se reservan ya desde semanas antes y se organizan visitas especiales. Y todo esto solamente para que los visitantes sean insultados y humillados.

Durante la visita, Langelinck señala a una mujer con una serpiente en el pecho: "¿De verdad están tan desinformados?", interroga al grupo, antes de exclamar triunfante: "Cleopatra". Se dice que la última faraona egipcia se suicidó con la mordedura de una serpiente.

El guía se precipita a través de los siglos, ignorando a personajes destacados como Rubens y perdiéndose en las líneas de un cuadro sobre la Gran Peste.

Pese a todos sus improperios, imparte conocimientos de historia del arte bien fundados, al tiempo que se desahoga sobre la incompetencia y la prepotencia de los curadores a la hora de colgar las obras.

El grupo se apresura a seguirlo, riendo entre dientes. En el departamento de Arte Moderno, a Langelinck le molestan las numerosas sillas expuestas, hace sonar una campana para despertar al grupo y se mofa: "¿Tienen el cerebro de un hámster?".

Según el director del Kunstpalast, Felix Krämer, la idea del malhumorado "guía gruñón" procede de la gastronomía australiana, donde triunfan los restaurantes con camareros antipáticos.

Y agrega que el hecho de que el concepto de mal humor, trasladado por primera vez al museo, haya tenido tan buena acogida se debe probablemente a la propia escena artística, donde se tiende a tomar todo muy en serio. En las "salas sagradas de un museo" la gente normalmente solo se atreve a susurrar.

El arte, señala, también debe ser divertido y a los museos les vendría bien más ligereza. "También puedes reírte de ello, y ningún cuadro se caerá de la pared por eso", dice Krämer. "Me parece estupendo que el guía gruñón se burle de lo que colgamos, e incluso de mi trabajo, por así decirlo".

El Kunstpalast descubrió a Carl Brandi en un evento de deportes electrónicos. El artista performático, que estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf, desarrolló él mismo el personaje del "guía gruñón".

"Langelinck es un historiador del arte frustrado que está convencido de que él mismo desciende de los fundadores de la antigua Pinacoteca de Düsseldorf y que, a su regreso a la ciudad, se encontró con que, en su opinión personal, todo este lugar se había ido completamente al garete", comenta el propio Brandi. 

"Creo que una caricatura así de una persona autoritaria puede tomar mucho de la dureza de las personas autoritarias con las que uno se ve obligado a lidiar en la vida cotidiana", agrega.

Sin embargo, algunos visitantes siguen sintiéndose un poco incómodos por las particularidades de este guía. "Estuvo al límite", comenta Sandra Kahmann. Nada más empezar, cuenta, fue elegida por el "guía gruñón" para que le dijera la hora exactamente cada diez minutos.

"No sabía si enfadarme enseguida o reírme por dentro", admite la visitante del museo.